Tras tanto esperar su beso, besa la bota de vino NACIÓ, LEJANA, LA AURORA Nació, lejana, la aurora y, ya sobre el horizonte, descubrió su luz el monte y el cielo del que es señora. Y, con su gala enamora al mozuelo en el camino, que, en el monte peregrino, con pan, con chorizo y queso, tras tanto esperar su beso, besa la bota de vino. Nació, lejana y tardía, la llama de la alborada, sobre el cielo, alborotada, que cubrió la noche fría. Y llegó la luz del día a este paraje vecino, que, en el monte peregrino, con pan, con chorizo y queso, tras tanto esperar su beso, besa la bota de vino. Nació, de hermosura llena, sin traiciones ni embelecos, y oyó la voz de los ecos que, alegre, en las brañas suena. Y, como ayer la azucena, la saludó mortecino, que, en el monte peregrino, con pan, con chorizo y queso, tras tanto esperar su beso, besa la bota de vino. Nació, serena, y su fuego fue cubriendolas alturas, con sus rosas, siempre puras, tejiendo el blanco sosiego. Caminando, el andariego Vio su brillo repentino, que, en el monte peregrino, con pan, con chorizo y queso, tras tanto esperar su beso, besa la bota de vino. Nació, al cabo, y sus colores la saludaron, temprana, como llama soberana que enciende el jardín de flores. Y corrieron los albores por el cielo su camino, que, en el monte peregrino, con pan, con chorizo y queso, tras tanto esperar su beso, besa la bota de vino. José Ramón Muñiz TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS |